Comentario
La educación que los exilados daban a sus hijos e hijas en el seno de la familia y en la escuela tuvo gran trascendencia posterior, pues reforzaba entre los más jóvenes la identificación con el grupo exilado español, al transmitirles la cultura propia del grupo migrante. En este proceso es necesario señalar el destacado papel que ocuparon las mujeres en el seno de la familia y en las escuelas inculcando a los niños un modelo de comportamiento, una forma de hablar y unos valores pertenecientes a su cultura de origen. El debate entre la cultura de origen y la cultura de la sociedad receptora, intrínseco a todo proceso migratorio se manifestó con mayor agudeza en la segunda generación del exilio, nacida ya en México.